Ir al contenido principal

Galería de imágenes



  • Efectivamente es la misma que hay en la Plaza, aunque no negaré que está un poco retocada...
  • Y la Legión se hizo entre nosotros...
  • A pocos metros un tipo se afanaba en sacarle unos pases a un morlaco figurado. Divertido, echó mano a su móvil y, al abrigo de una zarza, registró la escena.
  • Ella estaba sentada con las piernas caprichosamente dobladas, parecía atrincherada en el diminuto hueco que quedaba en el banco tras desplegar la mercancía que había traído en una maleta azul. Y leía abstraída, ajena al frío, al viento y al ruido de la circulación.
  • Terminaban con la ansiada foto en el puente y, como postre, una sopa fría que les servía su amigo, el dueño del 7 de Sopas.
  • Roberto se acercó al grupo que se había formado frente a la puerta del Mercado... ¡Coño, ahora si que te pareces a Hemingway!, le dijo Terkus cuando le vio con su boina de atrapar historias.
  • Una filigrana en el cristal que tenía entre sus manos dibujaba la silueta del gordito de la Cruzcampo empuñando su jarra de cerveza. -¡Terkus, claro! ¡Era él quien vivía en la Plaza de la Oscuriá! ¿Cómo podía haberlo olvidado?
  • Estaba mirando entre una colección de cristos y vírgenes que compartían repisa con muñecos de Disney y enanos de jardín en el pasillo de decoración.
  • Mojó concienzudamente un gran trozo de porra calentita en un plato con azúcar y saboreó el dulce subidón con los ojos cerrados.
  • Esta sugerente arboleda es el escenario de un misterioso suceso.
  • El casino había perdido mucho de su antiguo prestigio, pertenecer al Círculo de Artistas era un signo de distinción.
  • Empujó las quejumbrosas puertas acristaladas y entró en un pequeño recibidor delimitado por unas ajadas cortinas de color remolacha.
  • —Mucha gente, sí. Se veía desde fuera lo que había dentro. Toas las criaturitas apretujás, y allí, no había na, na más que una cerca electrificá, unas chabolas y centinelas ca diez metros pa que no se escaparan.
  • —¡Mira qué escultura más artística! Y Ortigueira le puso en la mano una calavera tocada con un chapiri.
  • Era una libreta corriente de hojas con cuadritos, pero tenía un llamativo estampado en la solapa y no se pudo resistir.
  • Acercó la imagen a una buena luz y enfocó la lupa hacia el grupo de uniformados que se arremolinaban tras el tirador.
  • Es de la época de la guerra, cuando los republicanos la usaron como depósito para los coches incautados en la ciudad. Al parecer, aquí mismo los acondicionaban para usarlos como vehículos blindados.
  • Unos uniformados muy ufanos se asomaban al cortao de las chumberas...
  • No quise mirar atrás, prefería recordar a Manolo comiendo bollos después de una faena de vuelta al ruedo.
  • —¡Vamos a brindar! Cuarenta años de la jura de bandera no se celebran todos los días.
  • Allí estaba la casa tapiada, guardada por los felinos y escasamente iluminada por una farola titilante; le pareció que sus guiños le invitaban a adentrarse un poco más en sus recuerdos adormecidos.
  • Cartel de donde procede la silueta del gato de la portada
  • Momento de la llegada del primer destacamento de la Legión a la ciudad
  • Discoteca El Águila donde tuvo lugar el incidente del tiroteo provocado por un cabo de la Legión en el año 84
  • Bruma y Caos esperaban ansiosos a que se corriera el portón para ganar la arboleda en una trepidante carrera.
  • Recorrieron juntos la vista. El mar rompía calmado a sus pies, color esmeralda, como una promesa; se fundía con el cielo en el horizonte, incitante.
  • Se acomodó en el saloncito superior del Albano. Había poco público aún, solo una pareja que, entre churro y churro, debatía los misterios de la fe.
  • -A nosotros nos daba igual lo que quisieran hacer con la Legión, pero desde luego no la queríamos aquí ni en pintura.

  • -Me dijo que estaba convencido de que le estaban vigilando. Me reí, él puso una cara muy rara y cambié de tema. Pero yo comprobé con el rabillo del ojo que lo único que había era un maniquí a la entrada de una tienda.
  • Las paredes, alicatadas hasta media altura con unos alegres azulejos desgastados y rotos, estaban engalanadas con carteles anunciando los vinos de la tierra y espejos desportillados que evocaban aún reflejos de otra época.
  • A los pocos minutos iba detrás de la patrulla de la guardia maldiciéndose por su arrojo. Pero ya era demasiado tarde, la valla de control se había cerrado tras la comitiva.
  • Terkus había vuelto a aparcar en las inmediaciones del cementerio.
  • Al final de una calle sin salida encontró un destartalado vehículo reconvertido en autocaravana.

Comentarios