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La novela Plaza de la Oscuriá. Y la Legión se hizo entre nosotros propone un viaje a los recuerdos de una época convulsa y confusa, de la que varias generaciones guardan algún registro: la Transición.


En esas fechas, la instalación de una unidad de la Legión en la mítica ciudad de Lucientes supuso un acontecimiento de especial relevancia. A partir de entonces, nada sería igual, a pesar de que se reiteraba el mensaje de normalidad desde sectores y medios favorables a la llegada de los militares.

El tiempo, efectivamente, actuó como un sedante para las posturas enfrentadas y radicalizadas en Lucientes y acabó por normalizar las relaciones entre los militares y la sociedad civil. Pero en la cuneta, se habían aparcado ciertos sucesos que era mejor no airear, en aras de una deseada convivencia pacífica.

En mi opinión, la normalidad es producto de una situación en la que se puede hablar de la propia historia sin que haya que ocultar nada, sin temor a que alguien pueda sentirse molesto porque se cuenten hechos pasados.

Esta novela reclama la verdad sin tapujos, escribir la parte de la historia menos brillante y que, a pesar de todo, forma parte de una normalidad, en ocasiones, molesta. Algo que no estamos acostumbrados a hacer, desafortunadamente,

Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió pero ignoramos si es exactamente lo que sucedió.
Jardiel Poncela.

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